-Lo que hace falta es... crear nuevos hábitos en la mente. Repetir a menudo pensamientos asociados a emociones positivas hasta que se generen nuevos lazos neuronales, se refuercen y finalmente se vuelvan preponderantes. Pero eso lleva su tiempo.
No se eliminan los malos hábitos de la mente -prosiguió- , pero es posible añadir otros nuevos y hacerlo de manera que se vuelvan irresistibles. No se puede cambiar a la gente, ¿sabes? Sólo podemos mostrarles un camino y luego hacer que tengan ganas de seguirlo.
Te convenceré con millones de sonrisas
viernes, 17 de agosto de 2012
domingo, 22 de abril de 2012
Dicen que la
felicidad está en muy pocos momentos de nuestras vidas, pero que cuando está, te
hace grande, te hace único y te hace ver que no hay problemas que no se puedan
arreglar con una simple y sincera sonrisa. Pero advierten que sin ella todo es
un verdadero desastre, que nos sentimos vacíos, sin fuerzas ni ánimos para
continuar caminando. Que todo lo vemos oscuro y que el camino está lleno de
obstáculos que no somos capaces de evitar. Yo les digo que debemos de aprender
( y me incluyo) a saber aprovechar cada día y cada minuto, porque es
irrepetible y nunca volverá a nosotros, y olvidar las cosas que no nos dejan
ser del todo felices. No regalar sonrisas ni buenas palabras a aquellos que no
se las merecen y no perder el tiempo en cosas que sabemos que no necesitamos y
que tampoco queremos, que son meros caprichos tontos. Ya saben amigos, esto se
acaba y tan solo acaba de empezar…
domingo, 26 de febrero de 2012
Creo
que eran las seis. La almohada se había cansado de escucharme. Aire fresco. Dos
cigarros. Paz. Necesidad. Ahora, un reconcome que no se va de mi cabeza. Lo había
hecho. Conseguido. Miedo, y después más miedo. No haber obtenido una respuesta
iba a hacer que me quedase sin uñas. Y sin cabeza. Recuerdos borrosos. Fiesta.
La noche no había estado mal. Un poco de todo. Ellas. Él. Las siete. Las ocho.
Las nueve. Suena el teléfono. Él. La sonrisa apareció en mi rostro cansado. Una
rosa en la puerta. Un nuevo día. En mí, paz, ilusión y alegría. Feliz. Soy
feliz.
viernes, 24 de febrero de 2012
Vamos!, olvida los
dias tristes, cómetelos a mordiscos, disfruta de la vida, sal..haz locuras, rompe
con las reglas, ten momentos graciosos con tus amigas, conoce nuevas compañías,
ábrete al mundo, riete de ti misma, corre, salta, súbete a lo más alto de una
ciudad, respira profundo y grita, grita todo lo que puedas, emborráchate y
disfrutalo sin avergonzarte por ello, baila, en casa en la calle, en el autobús
publico, en el supermercado! Donde sea, riete hasta que te quedes sin fuerzas,
hasta que te duela la mandibula y la barriga, hasta que acabes llorando. Pon
seguridad en tí misma, no dejes que nadie te pase por encima. Se la primera, la
número uno para ti, bésate si hace falta. Recuerda los buenos momentos y no los
malos, olvida a las personas que te han hecho daño y recuerda aquellas que
fueron primordiales en tu vida, haz favores a la gente, se servicial. Vuélvete
loca y olvida los problemas, los baches que pueda haber, besa a esa persona a
la que más quieres y celebralo por todo lo alto, sin limites…disfruta del
momento y si algo sale mal…no te avergüences, riete de ello. Escoje bien a la
personas con las que quieres estar y si alguien no quiere estar contigo
olvídalo, esa persona no merece la pena y sobre todo…cómete el mundo, n unca
pierdas las ansias de vivir porque la vida son dos días y cuando menos nos lo
esperemos se habrá acabado..
martes, 14 de febrero de 2012
Los dos
primeros segundos deben de ser como estar muerto. Sabes que estás ahí, pero
todavía no sabes quién eres y menos aún dónde estás.Es una sensación incómoda.
Rara, como estar muerto. Y entonces, las cosas se van poniendo en su sitio. Estás
en su casa, de hecho, estás en su cama. La luz entra despacio por la ventana. Suave.
La claridad que limpia la mañana pura de un domingo. Silencio, sin prisas.
Recuerdas los bares de anoche, las luces brillantes, la vuelta a casa entre besos y risas y piensas
en tu ropa esparcida por todo el salón . No recuerdo un amanecer en el que
hayamos llegado civilizadamente a la cama. Cuando ella se apoya en la mesa y
gira la cabeza hacia ti, con su melena cayendo por su espalda desnuda, sabes
que ya no hay vuelta atrás. Lo hemos deseado desde las miradas de la primera
cerveza. Ahora oyes su respiración a tu lado. Giras la cabeza y ves su pelo
rubio enrollado en tu brazo como si el sueño hubiera querido unirnos sin
esfuerzo. Los reflejos del sol dibujan extrañas formas en el techo blanco. Las sábanas
ocultan placeres próximos. Luego piensas en el zumo, en la música que pondrás
en el desayuno medio desnudos y a qué café irás a leer la prensa fresca y
renuncias a pensar en cualquier cosa que esté más allá de esa tarde. No existe
nada más allá de este despertar. No estoy seguro, pero diría que tampoco existió
nada antes de este despertar.
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